«Cuando tienes un problema de salud mental y eres víctima de violencia, te estigmatizan y te señalan, como si fueras la culpable del maltrato»

Los derechos fundamentales de las mujeres, especialmente de las mujeres con problemas de salud mental, son constante y reiteradamente vulnerados en numerosos ámbitos de la vida cotidiana. Las barreras de acceso a la justicia, así como a los servicios de protección frente a la violencia machista, el descrédito social y los estigmas son solo algunas de las realidades a las que se enfrentan y que las sitúan en situaciones de desamparo y desprotección. 

 «Mi problema de salud mental comenzó en la adolescencia. En mi hogar hubo violencia familiar y esos traumas repercuten más adelante. No tuve acceso a la atención psiquiátrica hasta los 24 años, cuando empecé a ser víctima de violencia de género por parte del padre de mi hija», relata Carolina Campos, voluntaria en AFES Salud Mental. 

Su caso refleja el riesgo que tiene una mujer con malestar psíquico de sufrir violencia en la pareja, que se multiplica entre 2 y 4 veces respecto a las mujeres sin diagnóstico psiquiátrico. La evidencia está, según datos de la Confederación Salud Mental España, en que el 75% de las mujeres con problemas de salud mental ha sufrido violencia en el ámbito familiar o de pareja. Cuando esto ocurre, el 42% no la identifica como tal y, a las que sí lo reconocen y lo denuncian, no se les da credibilidad debido a su diagnóstico.

«Cuando tienes un problema de salud mental y eres víctima de violencia, te estigmatizan y te señalan, como si fueras la culpable del maltrato. Quieren hacer ver que eres incapaz de cuidar de tu hija o de vivir en sociedad. Una vez denuncié a mi expareja, en el juicio sentí que me estaban acusando como si fuera una criminal. La jueza, que era una mujer joven, me acribilló a preguntas y quedé como una mentirosa, como que me lo estaba inventando todo», denuncia la voluntaria.

Aunque ha pasado el tiempo y ahora cuenta con el respaldo y el apoyo de su familia, Carolina visibiliza la escasez de recursos de ayuda y protección hacia las mujeres que, como ella, han sufrido violencia de género; un problema estructural que tiene muchas formas y compete a toda la sociedad erradicarlas.

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